¿Sabías que cada año se producen suficientes sobres monodosis para envolver el planeta entero?
Lamentablemente, estos sobrecitos están diseñados para tirarlos a la basura. No se pueden volver a utilizar por razones obvias. Y, puesto que están hechos de diferentes tipos de plástico, tampoco se pueden compostar o reciclar. Así pues, una vez que han cumplido los 2 minutos de servicio para los que fueron creados, pasan los 500-1.000 años que tardan en degradarse por completo en un vertedero (con mucha suerte) o en el medio ambiente, de donde es difícil eliminarlos por su tamaño. Y en muchos casos los sobrecitos ni siquiera llegan a cumplir su misión en la vida antes de acabar en el cubo de la basura: seguro que has visto a gente que toma un puñado de ellos, usa un par y tira el resto sin abrirlos.
Los sobrecitos pueden parecer una idea muy práctica, pero son una pesadilla medioambiental. Esto es especialmente cierto en países de Asia, donde compañías estadounidenses y europeas los venden como una manera aparentemente barata de conseguir muchos productos, como champú o pasta de dientes, generando una cantidad de basura que esos países no pueden procesar y que por tanto acaba contaminando la tierra y el agua. (Este es un artículo en inglés sobre los problemas que los sobres monodosis están creando en Filipinas.)
No hay ni una sola buena razón para justificar la existencia de los sobres monodosis de un solo uso. Así que acuérdate de no comprarlos, rechazarlos cuando te los ofrezcan y pedir que en los restaurantes tengan condimentos en recipientes más grandes y de cristal. ¡No necesitamos cubrir el globo de basura!
